¿Brujería o Autoengaño? Por qué tus peticiones al Universo fallan
En el frenesí luminoso de las redes, una corriente hipnótica captura miradas y corazones. Aparecen como destellos seductores en el feed: rituales con velas danzantes frente a espejos, números que prometen suerte instantánea, invocaciones a deidades antiguas, lecturas de tarot que desvelan futuros inciertos, portales energéticos que juran abrir caminos bloqueados... Contenido envuelto en un misticismo a veces críptico, pero irresistiblemente atrayente. La promesa es tentadora: con un gesto sencillo, una oración bajo la luna llena, una alineación planetaria en una fecha precisa, se podría obtener ese empleo soñado, aprobar el examen imposible, ver florecer el negocio estancado o, simplemente, recibir una lluvia inesperada de dinero. Ante semejante oferta... ¿quién no ha sentido, aunque sea un segundo, el impulso de intentarlo?
Esta atracción no es superficial ni caprichosa. Nace de las profundidades humanas. Todos navegamos la existencia con necesidades fundamentales que laten con fuerza: seguridad económica, conexión auténtica, realización profesional, un sentido de triunfo. Cuando el estrés oprime, la incertidumbre asfixia o la meta parece un horizonte lejano, estos destellos de magia digital emergen como salvavidas brillantes. Ofrecen un tesoro invaluable en tiempos convulsos: esperanza palpable y una sensación de control en un mundo que a menudo se percibe como un caos indomable.
El anzuelo brilla con luz propia cuando la solución parece estar "al alcance de la mano” ¿Realizar un ritual a medianoche con sal, limón y una vela verde? ¿Meditar frente a un supuesto portal energético sincronizado con el calendario lunar? Suena infinitamente más accesible y rápido que invertir años de estudio, enviar decenas de currículums sin respuesta, o batallar en las largas y áridas jornadas del emprendimiento.
Y aquí llega el cruce de caminos, donde la ilusión choca con la realidad, muchos se acercan a la práctica mágica con el corazón lleno de expectativas: encienden una vela siguiendo un reel de 60 segundos, se conectan a un "portal" que promete milagros... y cuando los resultados no materializan como por arte de un click, surge la frustración amarga. "¿Será que esto no funciona?", murmuran, pero aquí reside una verdad que resuena en los pasillos del poder y en las historias susurradas al calor del fogón: la brujería, en su esencia más auténtica, es real y su poder va infinitamente más allá de un gesto aislado, descontextualizado.
Se comentan en voz baja, pero con un trasfondo de certeza, casos de figuras políticas que recurren a estas artes para afianzarse en posiciones de poder. De personas inmersas en lo ilícito que, según se rumorea, caminan protegidas por fuerzas oscuras ¿Y quién no ha escuchado esa historia familiar que desafía la lógica? Aquella "enfermedad" que la medicina occidental no logró diagnosticar ni curar, pero que sanó misteriosamente tras una limpia, un ritual ancestral o la intervención de una curandera de pueblo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ofrece un dato revelador: hasta el 80% de la población en algunas regiones del mundo depende primero de la medicina tradicional antes que de la occidental. Esto no es una anécdota; es la voz viva de un saber ancestral y colectivo que ha sobrevivido al paso del tiempo.
La bruja auténtica: soledad, naturaleza y el eco de la sabiduría antigua
Las brujas, desde tiempos inmemoriales, han sido retratadas junto a símbolos poderosos y recurrentes: la soledad de la montaña o el bosque, el resplandor plateado de la luna, la compañía sigilosa de animales nocturnos, el murmullo constante de ríos y el crepitar transformador del fuego. ¿Alguna vez se ha preguntado por qué esta asociación es tan persistente y específica?
No es un simple capricho del folclore, detrás de estos símbolos yace una clave profunda para comprender la verdadera magia operativa. Una magia que encuentra eco incluso en la ciencia, como sugería el neurofisiólogo Jacobo Grinberg con su fascinante Teoría de la "Lattice" – esa matriz invisible que interconectaría todas las conciencias. El ingrediente fundamental para traducir nuestros pensamientos más profundos en realidad física es una conexión radical, inquebrantable, con el momento presente. Y esto, que puede sonar sencillo, representa en realidad un camino exigente: un sendero de disciplina férrea, autoconocimiento desgarrador y práctica constante. ¡Lejos, muy lejos, de las soluciones mágicas empaquetadas en 24 horas!.
Es aquí donde adquiere su verdadero sentido la soledad asociada a la bruja no es un aislamiento triste o forzado, sino un retiro sagrado y voluntario para sintonizar con el Todo (ya sea la luna, las deidades, el universo, los espíritus de la tierra o el lenguaje simbólico del tarot), primero es indispensable sumergirse en el vasto y a veces turbulento océano interno y este viaje íntimo implica pilares innegociables:
- Silencio y meditación profunda: Apagar el ruido constante del mundo exterior para poder escuchar, al fin, el susurro de la voz interior, la intuición genuina.
- Aceptación radical de las sombras: Enfrentar, sin máscaras, esas heridas ocultas, esos patrones destructivos y traumas que la psicología moderna explora – no para huir de ellos, sino para integrarlos y transformar su energía.
- Congruencia absoluta: Vivir en una armonía práctica que refleje verdaderamente lo que se pide en los rituales. Como bien plantearía cualquier terapeuta o filósofo: ¿Cómo pedir abundancia con sinceridad si nuestra energía diaria vibra en la frecuencia de la escasez y el miedo?
De la hoguera al laboratorio: La bruja como geóloga de lo invisible y la magia como ciencia del alma
La práctica mágica genuina es, en su núcleo, un acto de rebeldía consciente. Exige romper con los esquemas rígidos impuestos por lo socialmente aceptado ¿Cómo vivir en congruencia si se teme creer, realmente, que nuestros pensamientos, emociones y palabras poseen el poder de moldear nuestra realidad material? Requiere un estudio voraz, una lectura crítica de textos antiguos y modernos, y un criterio forjado en la fragua de la experiencia: intentar, equivocarse, aprender, observar minuciosamente el entorno y descifrar el significado profundo de cada símbolo, cada hierba, cada fase lunar, cada movimiento planetario.
Y aquí emerge una revelación histórica que desafía los estereotipos: muchas de esas mujeres tachadas de "brujas" y perseguidas, incluso quemadas en la hoguera fueron, en realidad, las primeras científicas, botánicas, parteras y sanadoras de sus comunidades. Generaban temor precisamente porque desafiaban las creencias y estructuras de poder establecidas. ¿Sabías por ejemplo, que existen registros históricos y etnobotánicos que indican que la diabetes era tratada con protocolos específicos basados en hierbas por curanderas y sacerdotisas siglos, incluso milenios, antes de que la medicina occidental lo "descubriera" formalmente en el siglo XX? Ellas eran observadoras meticulosas de lo que el mundo moderno acelerado tiende a olvidar:
- Que los ciclos de la luna y el sol eran fundamentales para las cosechas y la vida agrícola.
- Que los primeros días del año guardaban secretos sobre el clima de los meses venideros.
- Que el ciclo lunar guardaba una misteriosa y poderosa sincronía con el ciclo menstrual femenino.
- Que el fuego no solo transformaba metales, sino que era un maestro simbólico de la transmutación de energías y pensamientos.
Su poder no residía únicamente en la "magia" etérea, sino en un conocimiento profundo, empírico y heredado de las leyes sutiles y visibles de la naturaleza, eran bibliotecas vivientes de sabiduría botánica, astronómica y energética.
Entonces, ¿es este poder un don exclusivo de unas pocas "elegidas" o iniciadas? ¡De ninguna manera! Si entendemos la magia desde esta perspectiva de estudio profundo, conexión consciente y acción alineada, todas las personas llevamos dentro la chispa innata para hacer de nuestra existencia algo genuinamente mágico. Sin embargo, aquí yace la gran desconexión con lo que a menudo se mercantiliza en las redes sociales:
- El pensamiento es creador. Todo gran cambio comienza con una idea clara, una intención enfocada. Es la semilla indispensable. Pero la cultura de la inmediatez nos ha hecho olvidar la parte esencial: la magia no es un sustituto mágico de la acción terrenal; es su compañera espiritual, su refuerzo energético. Es elevar nuestros anhelos a planos más sutiles, sí, pero...
- ¿De qué sirve pedir al Universo (o a Dios, según la fe) un trabajo ideal si no se envían currículums, no se adquieren las habilidades necesarias o se ignoran las oportunidades que ya tocan a la puerta?
- ¿Cómo pretender manifestar abundancia si las acciones cotidianas están teñidas de mezquindad, miedo paralizante a invertir o una mentalidad de carencia?
La verdadera magia, la que transforma, exige que nuestras acciones físicas, concretas y diarias, vibren en total alineación con nuestra intención energética declarada. La inmediatez que prometen algunos contenidos es, demasiado a menudo, un espejismo. La magia auténtica es un proceso sagrado, un diálogo constante entre la voluntad humana y las fuerzas del universo, donde el esfuerzo tangible, la perseverancia y la integridad son la ofrenda más poderosa que podemos hacer.
Los prejuicios, el miedo y la trampa del "ver para creer"
¿Por qué tanta resistencia, desconfianza y hasta burla hacia estas prácticas ancestrales? Las razones forman un nudo complejo tejido por la historia y la cultura:
- Prejuicio Religioso Institucionalizado: Siglos de doctrinas dominantes demonizando sistemáticamente otras formas de conexión espiritual, tachándolas de "herejía", "condenación" o "obra del mal". Pero vale preguntarse: ¿Era demoniaca tu abuela cuando preparaba ese té de manzanilla o esa infusión de boldo para aliviar un malestar? La OMS reconoce el valor terapéutico de más de 20,000 especies de plantas medicinales utilizadas en la medicina tradicional mundial. ¿Es eso brujería maligna o sabiduría popular validada por milenios de experiencia?
- La Sombra de los Charlatanes: La lamentable existencia de personas sin ética que siembran miedo, engañan descaradamente y explotan el dolor y la desesperación ajena por dinero, ensuciando el nombre de prácticas genuinas y profundas.
- La Asociación con lo Marginal: La percepción (a veces basada en hechos, a veces amplificada por el sensacionalismo) de que ciertos grupos al margen de la ley utilizan rituales o "protecciones" mágicas.
- La Tiranía del "Ver para Creer": Nuestra mente racional, tan dominante en la era científica, exige pruebas empíricas, medibles, reproducibles. ¿Cómo cuantificar la energía liberada en una oración sincera? ¿Cómo capturar en una fotografía el cambio vibracional que precede a un milagro?
Muchos de estos miedos son imposiciones sociales, religiosas y culturales que actúan como mascaras, recordemos épocas oscuras de la historia como el oscurantismo: ocultar y quemar conocimiento fue, históricamente, una herramienta poderosa de control y dominación ¿No resulta sospechoso que tanto saber ancestral, especialmente el vinculado al poder femenino y a la naturaleza, fuera sistemáticamente tachado de "peligroso" o "diabólico"? Vale la pena preguntarse: ¿Conocemos realmente la historia y el simbolismo original detrás de figuras como Lucifer, o simplemente repetimos narrativas impuestas?
Es momento de ampliar la mirada más allá de los prejuicios heredados un ejemplo son los monjes budistas dedican décadas a la meditación profunda, buscando la iluminación (el Nirvana), trascendiendo el ego y el sufrimiento mediante rituales internos de extrema disciplina. ¿No es eso, en esencia, un poderoso acto de magia transformadora? Otro ejemplo son que en todo el planeta, grupos diversos se unen para orar o meditar colectivamente por la paz mundial, la sanación de la Tierra o el cese de conflictos, dirigiendo su intención unificada hacia una energía superior o un bien común. ¿Acaso esa fuerza colectiva de intención es inútil simplemente porque sus efectos no son inmediatamente visibles o medibles con instrumentos convencionales?
Quizás el llamado actual sea a dejar de enfocar tanta energía en el "qué dirán", en la ansiedad por un futuro incierto o en el lastre de un pasado pesado. La magia más poderosa, la que realmente cambia destinos, comienza a germinar cuando volvemos la mirada hacia adentro y nos ocupamos de lo esencial: nuestra propia esencia como:Ocuparnos de nuestras sombras (esas partes rechazadas, temidas o escondidas que pugnan por ser vistas e integradas), desafiar nuestros prejuicios más arraigados, aquellos que limitan nuestra percepción y compasión, sanar nuestra desconexión ancestral con la naturaleza que nos nutre, sostiene y de la que somos parte indisoluble, cultivar la apertura mental curiosa del niño y abandonar el miedo paralizante que nos impide explorar.
Cuando se emprende ese viaje interior, cuando se vive con auténtica congruencia entre lo que se piensa, lo que se siente en lo más profundo y lo que se hace en el mundo tangible, entonces sí, ese ritual sencillo que apareció en redes, esa vela que se encendió con fe pura, puede encontrar un canal fértil, preparado, para manifestarse. Porque al final de cuentas, ya se crea en brujas, en el tejido cuántico del universo, o en Dios, el mensaje central de las tradiciones más profundas converge: Confía en el proceso. Ama sin condiciones. No juzgues, comprende.
Y es precisamente ahí, en esa confianza inquebrantable puesta en el flujo de la vida y en la alineación consciente de nuestro propio poder interior, donde reside la magia más profunda, transformadora y real. Una magia que no es exclusiva, sino un derecho de nacimiento de todo ser humano, aguardando paciente a ser despertada con autenticidad, estudio y acción decidida. La invitación está abierta.



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